En la actualidad, entre el 0,5% y el 1,3% del total de energía eléctrica consumida en el mundo entero está dedicada a la minería de Bitcoin. En este contexto, de acuerdo con el más reciente mapa mundial de minería de bitcoin publicado por la Universidad de Cambridge, Venezuela es el país con mayor capacidad de minado de bitcoins en América Latina con un 0,42% del hashrate mundial. Para tener una idea de lo que esto significa, conviene decir que en Venezuela se minan Bitcoins a una tasa similar a la de Noruega, 9 veces superior a la tasa de minado de México y 30 veces superior a tasa de minado de Argentina. En comparación con toda América Latina, Venezuela mina 4,5% más bitcoins mensuales que toda América Latina junta y la minería en nuestro país se incrementó en alrededor de un 9,5% entre el año 2019 y finales del 2020. Todos los textos académicos y científicos sobre minería de bitcoins en el mundo reconocen a Venezuela como un país potencia en la minería de esta criptomoneda. Esto se debe a que en Venezuela las grandes centrales hidroeléctricas construidas durante el punto fijismo proveen de una energía eléctrica muy barata, abundante y confiable desde el punto de vista técnico (otra cosa es la falta de mantenimiento e inoperancia del ministerio de energía eléctrica y corpoelec para poder sostener el sistema). Venezuela, debido a su potencial hidráulico, eólico y solar, reservas enormes de gas, carbón y crudos livianos y pesados, además de elementos pesados, es una potencia energética en bruto y esta realidad incide directamente en el desarrollo de una gran capacidad de minado de criptomonedas.

El avance indetenible de las criptomonedas como base financiera descentralizada y democrática en contra del esquema de bancos centrales cartelizados en manos de consorcios banqueros controlados por la oligarquía digital-financiera mundial está transformando al mundo de forma desapercibida para la mayoría de las personas que viven en un día a día atribulado por las carencias cotidianas y las necesidades inmediatas. Sin embargo, los cambios que se están produciendo en el mundo, en este momento, son enormes, mucho más grandes que cualquier cambio tecnológico en las ultimas décadas. En realidad, los ideólogos de la élite globalista denominan a este cambio tecnológico como la 4ta revolución industrial, y lo es. Lo que está pasando es tremendo y tristemente en Venezuela poca cuenta nos damos de esto, debido al mohoso, oxidado, aburrido y repetitivo debate entre Madurismo y Guaidoismo. Volviendo al tema importante, Venezuela tiene la capacidad de avanzar en el desarrollo de su enorme potencial en energías renovables para mantener el primer lugar como potencia en criptomonedas de América Latina y avanzar a una posición más destacada en el mundo, en cuanto al desarrollo de este nuevo sistema financiero democrático y descentralizado. La revolución anclada en discursos y papeles amarillentos no tiene armas para resistir la tendencia hegemonizante del globalismo financiero más que por medio del desmontaje del sistema financiero de explotación y aprovechamiento que hace la banca del resto de la economía física, industrial, real a través del sistema de monedas fiduciarias, de monedas fiat, de dinero inorgánico, de papeles sin valor que se usan para pagar materias primas a los países del tercer mundo y tecnologías a los países más industrializados, eso debe terminar.

El dinero debe ser democratizado y los países con mayor potencial energético, con mayor capacidad de producir energía barata deben ser, y serán, quienes más puedan minar de estas nuevas monedas digitales, descentralizadas y de libre acceso, sin necesidad de una bancarización oligárquica centralizada. Venezuela, es una potencia energética en bruto, el sol y el viento son gratuitos y enormemente aprovechables en la zona norte costera del país. El potencial eólico y solar, sumado al enorme desarrollo hidroeléctrico realizado durante el puntofijismo nos permiten avanzar consolidando nuestra posición como país líder en la minería de bitcoins en América Latina y así obtener las divisas de libre cambio internacional que nos permitan romper con el bloque criminal impuesto contra nuestro pueblo por los gobiernos de Barack Obama, en primer lugar, y de Donald Trump posteriormente. El tiempo del dólar está terminando y el futuro será de quienes oportunamente puedan ver esta oportunidad de posicionarse en un nuevo esquema financiero mundial descentralizado y basado en la energía eficiente, abundante y sostenible, y no en el “prestigio” o confianza ideológica en una gobierno, estado o simplemente en el poder militar de opresión y coacción violenta de un país sobre los demás, como ha sido desde la segunda guerra mundial, hasta este año 2021. Si el valor del dólar está respaldado por las bombas nucleares, ejército y violencia potencial de la coalición anglo-estadounidense contra el resto del mundo, la nueva moneda de cambio global se ha de basar en la capacidad de producir energía abundante, sostenible y barata, algo que es muy fácil para Venezuela, gracias a su posición geográfica y a sus recursos minerales. La oportunidad está servida, no cometamos los errores del pasado y avancemos decididamente a tomar posición oportuna en el gran cambio trascendental del siglo XXI, para toda la humanidad.
Alejandro López-González es Doctor en Sostenibilidad (Cum Laude) por la Universidad Politécnica de Catalunya (Barcelona, España). Ha publicado una docena de articulos cientificos en revistas internacionales de primer nivel sobre la sostenibilidad de los proyectos de electrificación rural con energías renovables en los países en desarrollo. Ha impartido materías relacionadas con las energías renovables en universidades de Cuba, España y Venezuela. Tiene maestrías en Generación Eléctrica y Analisis de Mercados Energéticos cursados en las universidades de Navarra y Politécnica de Madrid (España). Ha trabajado como auditor de sistemas de generación eléctrica para el Ministerio de Energía Eléctrica de Venezuela (2012-2016) y como Ingeniero de Estudios Eléctricos en Petróleos de Venezuela (2004-2008).